Alguna vez cuando era niña escuche que “bendecir, significa desear el bien”, Quizá por eso, siempre me llama la atención las múltiples formas de bendición en Latinoamérica y como siempre es usada esa palabra para acercarnos al amor.
Las bendiciones que transforman por Julio Bevione: “Cuando ofrecemos una bendición, estamos abriendo nuestra mente y nuestro corazón para no quedarnos con una versión limitada de qué vemos, sino una amplificada, más generosa, amable y que se acerque al amor.
Vemos múltiples expresiones de esto en las tradiciones religiosas y familiares, quien la recibe se siente bien se siente protegido, aunque no sea alguien practicante de alguna religión. Es como sentir que la persona que te la da esta protegiéndote.
Todo se trata de dar y recibir. Es la reciprocidad de la cultura latina, un desear el bien mutuo, una bendición que nace de lo que tengo para ofrecer. Es un intercambio amoroso entre lo sagrado y lo humano. Así debe ser la vida, desear el bien, bendecirnos unos a otros en lo cotidiano.
Más que una ritualidad, tradición, superstición,
o como cada uno quiera llamarla, la bendición es un acto amor.
En algunos países como Colombia o Venezuela es tradición pedir la bendición. Es común que llegues a casa de tus padres, tío, tía o algún familiar y te digan la típica frase: “¿y tú no piensas pedir la bendición?” y es que parece que si no lo haces los insultas o es como que no has llegado.
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Así que a pedir la bendición a todos los tíos, tías, abuelos, abuelas -y si hay visita en casa- mejor por si acaso pide la bendición no vaya a ser un tío lejano. Definitivamente esto ya está tan intrínseco en nosotros que de forma automática lo decimos para saludar y despedirnos.
La bendición es un pedacito de nuestra identidad y cultura, no importa si nos miran extraños al decirlo, es más sabroso explicarlo y decir que somos únicos en usarlo.
¡Así que “bendición“!, por si me lee mi tía… jajaja 🧡