La felicidad no es un destino; no es un lugar. Es un estado mental, una decisión de vida. No la encontramos en un empleo, en cosas materiales o en una relación. La decisión de ser feliz sólo la tienes tú, y depende de la actitud con la que quieras vivir.
Si frecuentemente te enfocas en aspectos negativos, fallas, defectos o errores, nunca lograrás estar satisfecha. Para ser feliz tienes que dejar a un lado lo negativo, y eso obviamente incluye no hacer mal a los demás.
Existen personas que están unidas al odio y están pendientes de cada uno de tus movimientos. Esas son las personas más dañinas, porque siempre están esperando que te equivoques.
Practicar la gratitud te ayuda a sobrellevar los malos momentos y a superar el estrés, aumenta tu autoestima y te alivia las cargas cuando te das cuenta de que has actuado de manera correcta. La gratitud anula las emociones negativas y eso conlleva a un sentimiento de satisfacción.
Las personas felices se centran en su salud física y mental, están comprometidas con sus metas y aportan su energía y entusiasmo a lo que hacen; no están esperando a que otros se equivoquen para demostrar quién está bien.
Al contrario, ayudan a que otros tengan éxito y que también sean felices. Porque han vivido la grata experiencia de hacer el bien, apoyando a otros con buena actitud y sin buscar demostrar superioridad.
Las personas felices eligen estar rodeadas de seres amados, y no concentrarse en el odio. Disfrutan haciendo que otras personas se sientan escuchadas y comprendidas. Elogian a las personas, sin otro motivo más que ser amables.
Entienden que todos los humanos somos seres complejos y que todos tenemos un lado bueno, por eso no pierden tiempo haciendo mal a los demás.
Los actos de bondad ayudan a sentirte bien contigo misma y con los que te rodean, y las emociones positivas mejoran tu salud mental, entonces, sabiendo que hacer el bien te beneficia ¿Qué prefieres hacer tú?
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