Ansiedad por comer: no es hambre, son tus emociones

La ansiedad y las emociones mas allá de producir sobrepeso o evidentes problemas de salud, generan sobre todo: infelicidad, sufrimiento y sentimiento de culpa. Es necesario saber distinguir el hambre real del hambre emocional.

La tristeza también se come, al igual que el estrés o la frustración de un mal día. Muchas veces no somos capaces de distinguir el hambre real del hambre emocional y provoca que la ansiedad por comer acabe traduciéndose muchas veces en colesterol, hipertensión, sobrepeso u otros problemas de salud. Ahora bien, más allá de esos problemas orgánicos hay otro desafío más complejo.

Hablamos del sufrimiento. Nos referimos a la insatisfacción, al sentimiento de culpa y la infelicidad. Todos hemos pasado por esa época en el tiempo en la que los nervios nos han hecho caer en patrones alimentarios inadecuados. Las épocas de exámenes o de mayor carga laboral, incluso el encierro por la reciente pandemia hacen que caigamos en estos comportamientos.

La ansiedad tiene hambre de “comida basura”. Así, en caso de no tratar aquello que hay detrás de la propia ansiedad, reforzaremos una y otra vez la misma conducta, esa en la que la alimentación se convierte en el vehículo de desahogo emocional.

El Instituto Médico Europeo de la Obesidad asegura que las incertidumbres que genera el presente contexto social hacen que casi todos segreguemos menor cantidad de unos neurotransmisores (serotonina, dopamina y noradrenalina) cuya carencia nos genera ansiedad y un apetito incontrolable como forma de calmar el estrés.

Ansiedad por comer: síntomas, causas y estrategias para evitarlo

La ansiedad por comer, en caso de convertirse en una constante, refleja ya un trastorno alimentario. Investigaciones, como la llevada a cabo en el departamento de Psiquiatría de la Universidad de Minnesota, USA, nos hablan de esta relación.

La doctora Corine Webb autora del estudio señala que gran parte de estas personas disponen, por término medio, de escasas habilidades para manejar esos estados emocionales que impulsan el hambre compulsiva. Estas son, sin duda, situaciones complejas de las que deberíamos tener mayor conocimiento. Las analizamos.

¿Cómo saber si tengo ansiedad por comer?

Puede parecer obvio “¿Cómo saber si tengo ansiedad por comer?”. Por lógico que parezca no lo es siempre, muchas las personas que no saben diferenciar el hambre real del hambre emocional.

La necesidad de comer algo aparece de forma repentina e impulsiva y en forma de antojos. Generalmente, estos episodios de comer por ansiedad lo hacemos en soledad, sin nadie delante. El cerebro busca básicamente alimentos que generen placer, que nos aporten un cóctel elevado de serotonina. Algo así solo lo produce la llamada “comida basura”, y podemos comer de manera compulsiva.

El hambre emocional surge con mayor intensidad justo cuando tenemos muchas obligaciones y presiones. Quizá después de varias semanas de confinamientos, muchas sintamos el impulso de comer lo que no necesitas.. Nos hemos sentado en el sofá con un par de paquetes de patatas fritas, una pizza y un helado.

Ese apetito no es fisiológico, pero aún así rara vez se ve saciado. Ingerimos e ingerimos hasta sentir llenura en el estómago, aunque en realidad lo único que buscamos es sanar vacíos, apagar la ansiedad y engañarla con algo gratificante.

Ahora bien, es necesario tener en cuenta que comer por ansiedad produce sentimientos de culpabilidad. Procedemos a comer para calmar el ansia emocional, pero al hacerlo, lejos de sentirnos satisfechos, aparece el malestar.

Nos sentimos mal con nosotros por no haber mantenido el control. Sabemos que esos alimentos no son saludables y sentir que no hemos podido evitarlo produce aún más frustración.

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Ansiedad por comer: no es hambre, son tus emociones
Foto: Pexels

¿Cuál es la causa del hambre emocional?

El desencadenante de la ansiedad por comer son, evidentemente, nuestras emociones.

Elevada autoexigencia
Necesidad constante de tener todo controlado. Esto puede parecernos una ironía, pero tiene su explicación: la necesidad de que todo esté bajo nuestras riendas y en orden puede agotarnos y generar de pronto un efecto rebote. Ese agotamiento busca una válvula de escape con la ingesta de comida basura.

Baja autoestima y ver en la comida un refugio gratificante
La comida se ve como un mecanismo de evasión para los momentos de elevado estrés o simplemente, cuando tenemos un mal día.

Estrategias para reducir y controlar la ansiedad por comer
Para reducir la ansiedad por comer debemos tener en cuenta un aspecto. Si llevamos mucho tiempo arrastrando esta conducta, es prioritario consultar con un profesional especializado en trastornos alimentarios. Tanto los psicólogos como los nutricionistas son los mejores aliados en estas situaciones.

Por otro lado, si es algo ocasional, si somos conscientes de que en determinadas épocas nos da por estas conductas, por caer en hábitos alimentarios poco saludables, es recomendable seguir las siguientes pautas.

  • Concientiza los focos de estrés y ansiedad que te impulsan a comer de manera impulsiva. Introduce cambios en tu rutina, algo motivador que te sirva para canalizar la ansiedad: hacer deporte, apuntarte a clases de baile, dibujar, los hobbies son perfectos para esto.
  • Evita comer solo.
  • Planifica qué vas a comer. No dejes espacio a la improvisación.

Hay numerosos estudios científicos que han descubierto fórmulas naturales que ayudan a evitar esos impulsos nefastos. Los hemos recopilado para que puedas convertirlos en tus “trucos” personales.

Saca lápiz y papel y apunta todos nuestros consejos. ¡No te pierdas ni uno!

  • Mastica chicle
  • Stevia en lugar de azúcar
  • Cacahuetes crudos y nueces
  • Regaliz: 3,5 g al día
  • Menos bebidas excitantes
  • Un poco de picante
  • Comer cada 3 horas te resta kilos
  • Algo de soja todos los días
  • Los colores del hambre: evita el rojo y el amarillo
  • Encurtidos: pocas calorías para picar
  • Come con tenedor grande y plato pequeño
  • Alimentos que suben la serotonina
  • Infusiones antikilos que aplacan el apetito voraz
  • Dormir bien te sacia
  • Come algo cuando notes esa inquietud sospechosa
  • El aroma a menta ayuda a hacer dieta
  • Sal a caminar

Para concluir, todos hemos lidiado en más de un momento con el vacío del hambre emocional. Con ese hueco en el estómago que rara vez sacia la comida. Esas hendiduras internas son siempre producto de una mente que demanda atención, de una autoestima que debe ser reparada y reforzada. No dudemos en consultar con un buen profesional; nuestra salud física y psicológica es importante.

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