Hablamos de personas que establecen relaciones íntimas en Internet, ya sea a través de aplicaciones, redes sociales, plataformas, correos o cualquier otra vía que nos comunique en línea.
Cualquiera que sea la forma en la que se inicie una relación virtual, casi siempre, después de haber estado en contacto varias veces, es difícil dejar la relación.
¿Y por qué nos resultan tan adictivas estas relaciones?
Principalmente, porque la novedad y la privacidad de dicha situación genera una gran cantidad de adrenalina, que hace a las personas tener emociones intensas.
Estas emociones son similares a las que se viven durante la etapa del enamoramiento. Dichas emociones son tan agradables que quien las vive quiere tenerlas la mayor cantidad de tiempo posible.
Creamos a través de la imaginación, una pareja irreal formada únicamente con cualidades que nos gustan, por lo que le es imposible no sentirse fuertemente atraído por esa imagen.
Esto se ve reforzado debido a que la pareja virtual con la que se está vinculando, sólo va a mostrar o a inventar cualidades y puntos positivos.
Es muy frecuente que en una relación virtual, uno o ambos participantes creen una personalidad ficticia, que no se ajusta a la realidad.
Nos resulta muy fácil sentirnos comprendidos cuando no se comparten los problemas, los cambios de humor, la rutina y las responsabilidades de la vida diaria; y sólo se tiene contacto con la pareja virtual cuando ambos están de buen humor y tienen deseos de verse.
Una situación ficticia puede llegar a darle a quien la vive, la sensación de tener un nuevo sentido en la vida, algo por lo que luchar.
Es muy probable que la otra persona con la que se está contactando a través de la red, se encuentre en la misma situación, y así fácilmente pueden ambos caer en una relación de fantasía.
Este situación puede provocar un problema, ya que la persona que mantiene relaciones por Internet puede sentir que ha encontrado a su alma gemela, sin darse cuenta de que lo que está viviendo es solo una fantasía.
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